Máster de Cultura Científica EHU/UPNA 2023/2024 Ciencia de la Biodiversidad y Cambio Climático. Tarea 1.

La tarea consiste en elegir una de las técnicas usadas para reconstruir el clima del pasado y explicar en qué consiste, su resolución y su fiabilidad.


Michelle Koutnik, del centro sobre Hielo y Clima de la Universidad de Copenhague, preparando un testigo de hielo en la Antártida. NASA/Lora Koenig


Sabemos qué características climáticas tiene la Tierra en estos momentos pero para adelantarnos y conocer cómo pueden cambiar estas condiciones en el futuro, por el impacto directo de las actividades humanas o por los ciclos naturales de la Tierra, debemos echar la vista atrás y conocer primero cómo ha sido su evolución en años pasados. De esto se encarga la paleoclimatología, de estudiar el clima del pasado y ver cómo varió el clima de forma natural antes del importante impacto humano que llegó con la revolución industrial. Para ello, hay diferentes formas de hacer mediciones con datos indirectos ya que la recolección de datos directos sobre el clima es relativamente reciente. De la variedad de técnicas que se utilizan a día de hoy (dendroclimatología basada en los anillos de los árboles; estudio de los corales; estudio del polen fósil; de los sedimentos oceánicos...) he elegido los testigos de hielo.

Esta técnica consiste en extraer muestras cilíndricas de hielo en los glaciares y, gracias a su estudio, conocer las condiciones climáticas del pasado. Actualmente hay perforaciones de testigos en profundidad tanto en el Ártico como en la Antártida. Por ejemplo, y según el programa europeo EPICA (European Project for Ice Coring in Antarctica), los resultados del análisis del hielo a 2.764 metros de profundidad corresponderían a tener datos del clima hace 530.000 años pero se ha llegado ya a estudiar muestras que representarían las condiciones de 800.000 años atrás.

Los testigos de hielo aportan una información muy detallada, incluso anual ya que se puede ver cómo se han ido acumulando las precipitaciones en capas muy finas de hielo. Estas capas de hielo se convierten en pequeñas “cápsulas del tiempo” ya que de ellas se pueden extraer datos como el contenido de gases en la atmósfera que había en ese momento (dióxido de carbono o metano) gracias a las burbujas de aire que quedan atrapadas, el contenido de polvo o de sal que arrastraba el viento o la cantidad de ácido sulfúrico que da pistas sobre la actividad volcánica. También se obtienen datos sobre la temperatura ambiental estudiando la concentración de isótopos en el hielo (1).

Los científicos complementan esta información con el estudio de otros testigos de sondeo como los que se extraen de los fondos marinos para estudiar los sedimentos. Gracias a esta información, se ha podido comprobar que en ese periodo de 800.000 años se han vivido ocho ciclos climáticos alternándose periodos glaciales y periodos más cálidos y que estos cambios están directamente relacionados con la concentración de dióxido de carbono, metano y gases invernaderos.

Según los especialistas, sin embargo, cuanto más atrás se retrocede en el tiempo, menos fiables son estas muestras y más difícil se hace su recolección e interpretación.




1. Kazimierz Rozanski y Roberto Gonfiantini. Isótopos en estudios climatológicos. Boletín del OIEA, nº 4 (1990); pp. 9-15

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