Máster de Cultura Científica EHU/UPNA 2023/2024 Los discursos de la ciencia en la esfera pública en el s. XXI. Tarea 2. Consumo de la información en el confinamiento.

La actividad consiste en ofrecer nuestra opinión sobre el trabajo de investigación en comunicación realizado por el Digilab sobre el consumo de información durante el confinamiento por coronavirus, haciendo especial hincapié en las preguntas que hicieron investigadores sobre los canales por los que se informaban las personas y cómo se midió la confianza en las fuentes y en los canales de información.




El ministro Salvador Illa y Fernando Simón, informando sobre la pandemia. La Moncloa.

El trabajo del equipo Digilab aporta una visión en detalle de cuál fue el interés de la ciudadanía por la información sobre la pandemia en los primeros compases del confinamiento, por qué canales se informaban y qué confianza tenían en los medios. Lo primero que me gustaría resaltar es que la encuesta se realizó entre el 3 y el 10 abril. Esto supone la cuarta semana de confinamiento pero en la que se acababan de endurecer aún más las medidas, confinando a todos los trabajadores en puestos no esenciales aprovechando la coincidencia con la Semana Santa y Pascua. El momento, pues, era de máxima tensión ya que aunque la enfermedad por el coronavirus SARS-CoV-2 ya estaba descrita y generando casos en China desde diciembre, en España el interés por conocer más por su impacto, consecuencias y alcance (y por tanto la demanda real de información) no llegaría hasta más tarde cuando llegaron los primeros casos y muertes y, sobre todo, con el confinamiento.

Fue en este periodo cuando muchos ciudadanos que antes habían vivido en parte “ajenos” a ese virus “chino” se dieron cuenta del alcance real de la pandemia y sus implicaciones en vidas humanas y lo que antes había sido curiosidad o simple inquietud se convirtió en miedo por la salud propia y de familiares y amigos. De ahí que la información sobre el virus y sobre qué medidas iba aplicando el Gobierno se consumieran con avidez en esos días. La encuesta refleja ese aumento espectacular por la necesidad de estar informado: casi ocho de cada diez encuestados reconocía informarse con más frecuencia que antes del estado de alarma.

¿Y por qué canales se informaron los ciudadanos? Según los resultados de la encuesta de Digilab, los periódicos digitales le ganan de calle la partida a la televisión. Es una de las conclusiones más llamativas del estudio, sobre todo si tenemos en cuenta que en la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología 2020 que realizó en ese mismo año de la pandemia la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (Fecyt) se apuntaba a que ese año, las personas habían optado como primera opción por la televisión para informarse sobre temas de ciencia y tecnología con un 38,% por encima de internet con un 36,8%. El “sorpasso” según esta encuesta es todavía más evidente si hacemos comparables las magnitudes de ambos estudios. Si sumamos a los periódicos digitales la información que llegó a través de redes sociales y mensajería, según la encuesta de Digilab al 51,2 % de los encuestados le llegaba la información por internet frente al 35,9 % que nombraron la televisión (informativos u otros programas) como primera opción.

El por qué de este vuelco hay que buscarlo en la inmediatez y la posibilidad de buscar, encontrar y seguir noticias al minuto. La radio ha sido siempre el medio por excelencia para hacer este tipo de seguimientos y escuchar lo que estaba sucediendo “en directo” pero la facilidad de acceso que ofrecen los periódicos digitales para consultar información actualizada al momento explica el por qué de este cambio hacia Internet en los momentos de crisis.

Me gustaría poder ver cómo se planteaba el cuestionario en un principio para valorar mejor la manera de plantear esta pregunta pero, en principio me parece conveniente el haber utilizado la distinción en televisión de informativos frente a otros programas y el sacar a los periódicos digitales del cajón de sastre que supone la categoría de Internet. Esta distinción me parece todavía más conveniente cuando, según la encuesta, la segunda fuente de informaciones falsas en estos días se consideraba que venían desde los periódicos digitales solo por detrás de las redes sociales y servicios de mensajería. Gracias a esta distinción, el qué se busca en Internet se hace más claro (se recurre a prensa y a cabeceras conocidas aunque en otro formato) y también se pueden extraer conclusiones sobre quién accede para buscar información en la televisión a los informativos o a un magacín de tarde.

Eso sí, los resultados de la encuesta se hubieran visto enriquecidos si se tuviera información sobre la edad y nivel de estudios de las personas que contestaron.

Por otra parte, pese a que según la encuesta se confió más en los periódicos digitales que en la televisión para estar informados de la pandemia, las televisiones (sobre todo los medios públicos) fueron los medios que más confianza merecían para los encuestados. De los cinco primeros, cuatro son televisiones y solo se cuela en el podio El País. Es entendible que, en tiempo tan críticos, los medios de comunicación con más trayectoria sean percibidos por el público como “de mayor confianza” pero tampoco tenemos aquí los datos cualitativos de las tendencias políticas de los encuestados para valorar más en profundidad estos resultados más cuando según estudios como los de López-Rico (Polarización y confianza en medios de comunicación españoles durante la covid-19), se tiende a dar más credibilidad a los medios y cabeceras que están más cercanos a tu línea ideológica, una exposición selectiva que retroalimenta la polarización tanto mediática como política en la que vive España ahora. 

De esta forma, hubiera visto más completo contar con estos datos o bien haber preguntado directamente qué canal le merece más confianza (televisión, radio, prensa, redes sociales.. etc) y no preguntar por medios de comunicación en concreto ya que esta respuesta vendrá lastrada, sí o sí, por la ideología del encuestado.

También veo algo condicionadas las preguntas que se plantean para valorar la cobertura informativa ya que las cinco sentencias que se aportan para valorar son todas con connotaciones negativas: “Los medios están proporcionando demasiada información/están condicionados/hay sensacionalismo/hay excesiva información”. Me hubiera gustado que las preguntas hubieran sido algo más neutras: ¿Cómo valora la cantidad de información que se ofrece? Poca, suficiente, normal, demasiada, excesiva… por ejemplo.

Por último, en cuanto a las preguntas sobre confianza en las fuentes, echo en falta un mayor abanico dentro de las fuentes sanitario/científicas y, de alguna manera que se pudiera saber si se llegó a estas fuentes científicas de forma directa (divulgadores, charlas, instituciones) o a través de medios de comunicación. Con todo, está claro que en tiempos tan convulsos como fueron los de la pandemia, la credibilidad en la ciencia y los científicos se disparó ya que, pese a los bulos, eran ellos los que tenían la solución al problema en forma de jeringuilla.

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