Máster de Cultura Científica EHU/UPNA 2023/2024 Fuentes y usos de la energía. Tarea 1. Visión situación energética.


 Hace cerca de cuarenta años que los científicos establecieron la relación directa de gases como el dióxido de carbono o el metano en el efecto invernadero y cómo ese recalentamiento de la tierra al no disiparse los gases en el espacio iba a llevar a la humanidad, irrevocablemente, a una crisis sin precedentes por el aumento de la temperatura en la superficie terrestre. Está establecido y aún así, pasadas decenas de años, se sigue luchando para tomar medidas efectivas y rápidas para cortar nuestra dependencia de este tipo de combustibles que, además, son finitos. La investigación sobre formas alternativas de energía avanza y junto a la eólica, la solar o la fuerza de las mareas se trabaja en buscar fuentes “duraderas” como la fusión nuclear pero estamos en el principio.


Se buscan fuentes alternativas de energía ante la certidumbre de que los combustibles fósiles tienen fecha de extinción pero la raíz del problema, cuando esa fecha llegue, seguirá siendo la misma: nuestra forma de vida va a seguir demandando una cantidad ingente de energía que no para de crecer (para 2050 se estima que nuestra consumo de energía se duplicará y en un 85% procede de combustibles fósiles). Debemos trabajar primero en reducir esas necesidades de consumo antes de buscar otras formas de energía que nos abastezcan. Haciendo un paralelismo muy burdo, deberíamos preocuparnos más por no ensuciar tanto antes de poner más dinero en productos de limpieza más ecológicos.


Aún así, el sistema y nosotros incluidos seguimos calmando nuestras mentes asumiendo que estamos haciendo algo por el planeta con acciones individuales como reciclar o incluso reducir nuestro consumo de carne. Sí, todo está bien, todo ayuda. Pero, el 63,5% de los gases invernadero que se emiten proceden de procesos industriales, producción de energía y del transporte. Y me interpelo a mí misma, ¿vas a ser capaz de dejar de viajar tras saber el brutal impacto que tiene un vuelo intercontinental por pasajero? Por ese último viaje transatlántico que hice fui responsable de emitir a la atmósfera casi dos toneladas de Co2 a la atmósfera, la tercera parte de la media anual por habitante del planeta. Por ahora debemos encontrar la forma de que ese vuelo contamine menos pero también deberíamos replantearnos cómo impacta nuestra forma de vida y qué podemos evitar.


Confiar en que, todos, individualmente, vamos a dar ese paso y a comprometernos en esa reducción es ilusorio, de ahí que la oportunidad de hacer lo correcto tenga que venir de un pacto social que pasa por tomas decisiones políticas. Pero ahí, pese a los avances, también está habiendo escollos.  En las últimas cumbres por el clima se están llegando a acuerdos para la reducción de los niveles de emisión de gases de efecto invernaderos y, cuando se intenta llegar a compromisos más amplios, grandes potencias como Estados Unidos (bajo políticas reaccionarias) abandonan el acuerdo, recordándonos que todavía hay que luchar contra el negacionismo del cambio climático. O peor. Yo realmente no dudo de que reconozcan que el cambio está sucediendo pero hacer algo supondría cambiar todo un estilo de vida, energéticamente hablando, que políticos como Trump no están dispuestos a hacer en pro de la humanidad.


Me ha gustado especialmente el enfoque que aporta el libro Energía sostenible. Sin malos humos, al poner el acento en conseguir cifras fáciles para comparar. “Necesitamos números simples, y necesitamos que sean fáciles de entender, de comparar y de recordar”, se apunta. Y cuando se consiguen esas cifras se ve quiénes tendrían que hacer los mayores esfuerzos y, precisamente, no los están haciendo. Se señala a las economías emergentes pero el “American way of life” con sus “non walkable cities” y la dependencia brutal que conlleva de los motores de explosión o la cultura del consumismo supone que por ejemplo los habitantes de Estados Unidos estén en el podio de los que más CO2 emiten a la atmósfera por persona y año: cerca de 25 toneladas de Co2e por persona y año, cuatro veces la media.


En resumen, mi visión de la situación energética actual en el mundo es bastante pesimista, sobre todo teniendo en cuenta que pese a que las proyecciones a futuro están ahí, creo que no se está haciendo lo suficiente ni todo lo rápido que sería deseable, aunque se ha iniciado el camino.




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