Máster de Cultura Científica EHU/UPNA 2023/2024 Los discursos de la ciencia en la esfera pública en el s. XXI. Tarea 3.
La actividad consiste en reflexionar en cómo contribuyen los pre-prints a la ciencia mediática y sobre el valor que tiene su publicación para la sociedad y/o el mundo de la comunicación a partir del artículo de Emilio Delgado y Alberto Martín Martín sobre la viralidad de un pre-print publicado en el repositorio bioRxiv.
El artículo aborda el impacto que tuvo, tanto en la comunidad científica como en la sociedad en general, la publicación por parte de un grupo de investigadores de la Universidad de Delhi de un trabajo no revisado en un repositorio en abierto (bioRxiv) sobre la presunta similitud que tenía el recién descubierto SARS-CoV-2 con el virus del VIH. Según explican los autores, el trabajo (que dejaba entrever una generación humana del virus y contribuía a las teorías de la conspiración que todavía hoy circulan) fue inmediatamente rebatido por la comunidad científica en una especie de revisión por pares en abierto que condenó el artículo hasta tal punto que fue inmediatamente retirado y condenado al ostracismo. Sin embargo, fue uno de los más descargados de la plataforma y, lo que es peor, tuvo una gran repercusión porque se convirtió en viral en las redes sociales.
El
ejemplo de esta publicación condensa los beneficios y perjuicios que
este tipo de prácticas
tienen tanto para la ciencia mediática como para la sociedad.
Veamos.
La publicación en abierto de pre-prints vivió un fuerte crecimiento durante la pandemia ya que, en medio de una crisis donde se hacía perentorio compartir conocimiento de forma rápida para luchar contra un virus desconocido, esta posibilidad recortaba tiempos. Era más fácil subir los trabajos a estos repositorios antes de ser revisados y autorizados por las revistas y además, aseguran un acceso abierto para todo el mundo. De esta forma, se llega a esa ciencia “en abierto” que tanto se busca y que huye de las reglas establecidas por las revistas a la hora de publicar y que vetaban lo que hubiera sido compartido antes en una manera de asegurarse el mercado.
Por una parte, estoy de acuerdo con Delgado López-Cózar y Alberto Martín-Martín en que este es el camino para conseguir “una ciencia pública y transparente abierta a la crítica de todo y de todos” (1). Las estrictas reglas de las revistas para aceptar un artículo quedan aquí rotas y esa revisión anónima y dirigida por las cabeceras, aquí se da de forma pública y colaborativa. Se abre así el camino a no tener que pagar por publicar y en facilitar un acceso más fácil y más rápido para todos sin temor a que haya problemas por la carencia del peer review previo. Si un artículo no es bueno, o su método adolece de falta de rigor, no pasará el filtro, se haya publicado de una manera o de otra. Hay, por tanto, un impacto positivo para la comunidad científica que pavimenta el camino a la ciencia abierta. El artículo de Delgado y Martín es, de hecho, un pre-print.
También considero que es, en parte, una ventaja para la ciencia mediática en el sentido de que los periodistas científicos tienen acceso directo a muchas más publicaciones sin el control que ejercen las revistas científicas como gatekeepers y que promueven que, en muchas ocasiones, solo se remitan a los medios dossieres de prensa sobre ciertas temáticas más “vendibles” o investigaciones con rasgos curiosos. Esta dependencia de este filtrado y “masticado” de papers hace que, por una parte, se alimente esa ciencia como espectáculo o adorno por encima de las noticias de ciencia como cultura o servicio (2) y se genere, además, una uniformidad en el relato de prensa, radio y televisión: solo se publica lo que las revistas consideran que es noticiable y en los días que se marca.
Concedo estos impactos positivos dando por hecho que, la comunidad científica obviamente va a saber discriminar el grano de la paja y que los medios y periodistas que van a tener acceso a estos pre-prints van a estar formados y van a poder saber valorar cómo se han realizado los trabajos y si son o no endebles y van a ser lo suficientemente honestos como para transmitirlo. El problema es que la precarización de las redacciones en los últimos años conlleva que el periodismo especializado y sobre todo el de ciencia sea cada vez más difícil de encontrar y, por lo tanto, sin un periodista formado que haga de forma íntegra su papel de mediador, este acceso libre a pre-prints puede ser base de un periodismo de ciencia distorsionado.
Esto
en lo que respecta al impacto en la comunidad
científica y en la ciencia mediática pero, ¿qué impacto tienen
los pre-prints
para la sociedad, más allá de estos dos ámbitos más
o menos acotados?
Como he dicho antes,
la ciencia abierta es algo a lo que aspirar pero la sociedad, en
contra de la comunidad científica, no tiene los filtros necesarios
para discriminar qué es buena ciencia de
“ciencia defectuosa” y la viralización de un pre-print
de estas características entre un público lego y al que la noticia
ha llegado sin un mediadores como puede ser un divulgador o un medio de
comunicación (de ciencia a ciencia mediática) no va a saber
interpretar si lo que le llega es confiable o no.
Delgado y Martín consideran que estas noticias “defectuosas” pueden ser “letales” fuera de los circuitos académicos, algo con lo que estoy plenamente de acuerdo. La alfabetización informativa de la que hablan los autores ni va a ser tan rápida ni tan amplia en temáticas ni tan extensa como para dotar a los ciudadanos de una base crítica suficiente para discernir y aplicar barreras de contención. Cualquier pre-print con aspecto de artículo científico que corra por Internet va a ser encumbrado a los altares como CIENCIA con mayúscula sin que nadie se pare a pensar si ha sido revisado, publicado o si sus métodos son correctos o no porque las personas que no tienen formación científica son totalmente ajenas a la forma de trabajar en investigación y también incluso al principio básico de la refutación de la ciencia y que ningún principio es inmutable.
Es
el problema de la necesidad de que la audiencia tenga unas aptitudes
críticas para saber obtener información fiable y útil de la que
daba cuenta Vladimir de Semir (3).
El peligro real y concreto de dar como bueno todo lo que llega está ahí y hemos visto cómo se expandía con los bulos y fake news en la pandemia. Unos con intención (disinformation) y otras sin (misinformation), la viralidad de un pre-print de estas características no hace más que apuntalar los cimientos de los conspiranoicos y negacionistas y sembrar dudas frente al valor de la ciencia y los científicos en los demás. ¿Y quién le pone puertas al campo de Internet? Porque el acceso libre y abierto que es tan positivo para la comunidad científica sí que necesitaría que alguien lo regulara cuando hablamos de viralización de “ciencia defectuosa”. Ahí, los periodistas, comunicadores y divulgadores son más necesarios que nunca aunque frente a la bola de nieve de una noticia falsa, es como predicar en el desierto.
1. Delgado López-Cózar, Emilio; Martín-Martín, Alberto (2020). La viralidad de la ciencia defectuosa: el contagioso impacto mediático de un preprint en bioRxiv sobre el coronavirus y sus efectos en la comunicación científica. Granada, 30 de marzo de 2020
2. Moreno Castro, Carolina. 2010. La construcción periodística de la ciencia a través de los medios de comunicación social: hacia una taxonomía de la difusión del conocimiento científico. Artefactos, ISSN-e 1989-3612, Nº. 3, 2010, págs. 109-130
3. Semir, Vladimir. 2011. Meta Análisis: Comunicación Científica y Periodismo Científico. Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología.
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