Máster de Cultura Científica EHU/UPNA 2023/2024 Introducción a la Neurociencia. Tarea 3.

 

La tarea 3 (ejercicio clase 5) proponer elegir una "neurodisciplina” y escribir sobre ella abordando si consideramos que estamos ante un uso vacío del prefijo neuro (y por tanto más ante una moda o una estrategia comercial) o realmente puede significar un avance en la investigación y una mejora. Vamos allá. 

 



De todas las “neuro-disciplinas” posibles, me he decantado por la neuroarquitectura, una corriente de estudio de la arquitectura que desde hace unas décadas busca aprovechar los avances en neurociencias para desentrañar la conexión que hay entre los espacios arquitectónicos y la mente humana y cómo un diseño arquitectónico puede influir en nuestra salud mental y física al impactar en nuestras emociones.


La neuroarquitectura es una disciplina relativamente “nueva” pero que bebe en conceptos desarrollados hace tiempo. Se considera que el Instituto de Investigación Salk en California a mediados de siglo XX es una de las primeras construcciones concebidas bajo parámetros de neuroarquitectura ya que se buscaba un diseño de formas y una comunión con el entorno que fomentara no solo la creatividad sino que estimulara la investigación (1). Lo impulsó el propio Jonas Salk después de un viaje revelador que realizó a la ciudad italiana de Asís que le ayudó a desbloquear sus trabajos sobre la polio. A principios de este siglo se creó en Estados Unidos la primera Academia de Neurociencia para Arquitectura (ANFA).

 

Instituto Salk, California. Wikicommons.

Con todo, la ahora denominada neuroarquitectura bebe de fuentes anteriores como la teoría del color que se estableció en la escuela alemana de arquitectura Bauhaus a principios de siglo XX donde profesores como Johannes Itten mantenían que los colores eran como “radiaciones, energías que operan en nosotros positiva y negativamente” (2) y como tal deberían ser tenidos en cuenta en el diseño de espacios. 

 

Los cinco pilares de la neuroarquitectura

De hecho, el color que nos rodea y cómo influye en nosotros en un espacio cerrado es uno de cinco de los rasgos principales en los que se centran los neuroarquitectos a la hora de diseñar junto al impacto de la iluminación natural (cuanta más, mejor); la altura de los techos (una estancia de techos altos favorece la creatividad); el acceso a zonas verdes (para mejorar la concentración y los procesos curativos) o la ergonomía de las formas (los ángulos activan las regiones de la amígdala relacionadas con la agresión).


Teniendo en cuenta los principios de la neuroarquitectura se puede penar que esta disciplina simplemente ha encontrado un término nuevo con el que describir una forma de trabajar que ya se venía aplicando. No son pocos los arquitectos que ya buscaban un diseño más “amable”con el ser humano. El tener acceso a zonas verdes o a la luz natural en los espacios en los que pasamos muchas horas y los efectos positivos que tenía sobre las personas era algo conocido a fuerza de observación.


Quizá ahora, la pertinencia del nuevo término viene a colación de que gracias a las investigaciones científicas en neurociencia hay una evidencia empírica y se ha podido demostrar esa relación directa, por ejemplo, entre la exposición a la luz solar con los problemas de salud mental como la depresión (3) o físicos como alteraciones en el metabolismo a través del estudio de los ritmos circadianos o hay más conocimiento y estudios sobre cómo el entorno puede estimular la formación de nuevas neuronas.


Así lo explica la escritora y divulgadora Elsa Punset: “No se trata sólo de intuir que el color o el espacio tienen un impacto sobre nuestro estado de ánimo. Se trata de ir un paso más allá e indagar sobre qué efecto específico tienen los espacios sobre el estrés, las hormonas y el tipo de pensamientos que generamos. Actualmente se está investigando la relación entre espacios amplios y pensamiento creativo; sobre el poder misterioso de la naturaleza para estimular tanto la concentración, como la curación de las personas tras una enfermedad; o sobre el impacto de los edificios y muebles con ángulos afilados sobre la amígdala, implicada en los procesos de defensa y agresión del cerebro” (4).


De esta forma, sí considero que podría hablarse de “neuroarquitectura” al aplicar los cada vez más amplios conocimientos de la neurociencia en hacer una arquitectura “más humana” conociendo cómo se conoce ahora cómo funciona nuestro cerebro, cómo recogemos y procesamos la información del entorno y cómo nos afecta. 

 

UCI Fundación Jiménez Díaz – Enero Arquitectura

Aunque quizá sin recurrir a este término, en los últimos años ya se está aplicando este bagaje de conocimiento en la arquitectura por ejemplo a la hora de diseñar hospitales o espacios destinados a la recuperación física o al cuidado de personas mayores. Por ejemplo, en las UCI se busca cada día más la exposición a luz natural de los enfermos para favorecer su sincronización de sus ritmos circadianos y evitar problemas secundarios como los delirios que son comunes en los pacientes que pasan mucho tiempo en estos recursos asistenciales (5) o se busca un contacto más directo con zonas verdes tras comprobar cómo el contacto con la naturaleza puede ayudar en los procesos de curación. En el estudio de cómo afecta el entorno a pacientes frágiles, el experto en demencia, John Zeisel ha ahondado en cómo procurar espacios más adecuados para las personas con la enfermedad de Alzheimer. (6) 
 

Con todo, sí creo que la neuroarquitectura como muchos otros neotérminos que utilizan el prefijo “neuro” puede caer en algo vacío en el momento en que las teorías principales queden reducidas a un conjunto de “tips” o consejos reduccionistas o, incluso, si se abre la puerta a considerar que el diseño de un espacio en concreto puede ayudarnos a potenciar la capacidad de nuestra mente.


Victoria Salinas, marzo 2024


1. Sergio Casino Sánchez. Instituto Salk: las pandemias como cimientos de la arquitectura. Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de Barcelona. https://upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2117/354606/casino_sanchez_sergio_TFG.pdf?sequence=1&isAllowed=y


2. Diana Eliza Salazar Méndez. El color y sus enseñanzas en la Bauhaus. .925 Artes y Diseño. Revista de la Facultad de artes y diseño Plantel Taxco. Issn 2395-9894 https://revista925taxco.fad.unam.mx/index.php/2020/05/04/el-color-y-su-ensenanza-en-la-bauhaus/#_ftn21


3. Roberto Salgado-Delgado, Araceli Tapia Osorio, Nadia Saderi, Carolina Escobar, Disruption of Circadian Rhythms: A Crucial Factor in the Etiology of Depression, Depression Research and Treatment, vol. 2011, Article ID 839743, 9 pages, 2011. https://doi.org/10.1155/2011/839743


4. Punset, E. (s. f.). Neuroarquitectura: el reflejo por fuera de lo que somos por dentro. Diseño. Vip. Recuperado de https://xn--diseo-rta.vip/neuroarquitectura-el-reflejo-por-fuera/. https://diseño.vip/neuroarquitectura-el-reflejo-por-fuera/


5. Fernández Fernández, M. Teresa; Faus García, María. Medidas no farmacológicas para la prevención del delirium en pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos. THERAPEÍA 14 [Abril 2021], 113-140, ISSN: 1889-6111


6. John Zeisel, Nina M. Silverstein, Joan Hyde, Sue Levkoff, M. Powell Lawton, William Holmes, Environmental Correlates to Behavioral Health Outcomes in Alzheimer's Special Care Units, The Gerontologist, Volume 43, Issue 5, October 2003, Pages 697–711, https://doi.org/10.1093/geront/43.5.697

Comentarios

Entradas populares de este blog